Las protestas de los agricultores vuelven a poner el foco en las materias primas

Muchos de nosotros pensábamos que las cosas volverían a la normalidad después del fin del pandemia. ¡Qué equivocados estábamos! Desde entonces, hemos tenido que lidiar con la hiperinflación, el aumento de los precios de la energía, la inestabilidad geopolítica, los conflictos internacionales y mucho más, sin ver el final del drama a la vista. Esta vez son los agricultores europeos los que están en pie de guerra una vez más, y la última ronda de protestas cerró varias capitales importantes, incluidas Bruselas y París, así como una serie de cruces fronterizos clave en todo el Viejo Continente.

Esta es una crisis que lleva mucho tiempo gestándose, pero parece que el gran catalizador de estas últimas acciones fue el llamado Acuerdo Verde de la UE, que reduciría drásticamente los subsidios, especialmente al diésel agrícola. Para los agricultores, es un cálculo económico simple: los costes están aumentando y seguirán aumentando, pero los precios de sus productos están cayendo en medio de exenciones arancelarias a las importaciones de granos ucranianos de bajo costo.

Sin embargo, parece que la acción de los productores agrícolas está invirtiendo esta tendencia. Sólo durante el último mes, el trigo subió un 10 % para superar el soporte clave de 600 $ el bushel y se prevé que suba aún más a medida que continúen las protestas. Dados los precios de alrededor de 1.200 $ en mayo de 2022, hay mucho margen para nuevas subidas. Y con los precios del petróleo aumentando simultáneamente debido a factores geopolíticos separados, los inversores ciertamente harían bien en considerar la ponderación de las materias primas agrícolas y energéticas en los próximos meses. En este artículo echaremos un vistazo a algunos de los impulsores clave de la acción del precio en estos mercados mientras intentamos predecir hacia dónde podrían dirigirse durante el resto del año.

La política hace girar al mundo

A pesar de representar sólo el 4 % de la fuerza laboral europea, los agricultores representan un engranaje vital en la máquina, sin el cual Europa carece de seguridad alimentaria. Esto es cada vez más importante a medida que aumentan las tensiones globales, y Bruselas haría bien en reconocer este hecho. Hay muchos rumores en los círculos políticos en torno a la Ley Europea de Industria Neta Cero (NZIA) y el Pacto Verde, pero a muchos agricultores les preocupa que los requisitos no sean prácticos y es poco probable que den frutos. Objetivos como reducir a la mitad los pesticidas, reducir el uso de fertilizantes en un 20 %, dedicar más tierra a usos no agrícolas y duplicar la producción orgánica hasta alcanzar el 25 % de todas las tierras agrícolas de la UE —, todo para 2032 — son vistos como totalmente irreales por los productores.

Es más, la subvención de 55.000 millones de euros al año conocida como política agrícola común (PAC) ha fomentado la consolidación de explotaciones agrícolas y ha favorecido a las explotaciones más grandes. De hecho, la PAC ha visto caer el número de granjas en la UE en más de un tercio desde 2005, lo que ha llevado a una concentración de grandes propiedades sobreapalancadas cuyos bajos márgenes las obligan a maximizar la producción, un modelo de negocio decididamente poco ecológico. Ahora que la NZIA establece como obligación legal cumplir con estos objetivos netos cero, es difícil ver cómo los productores agrícolas de la UE pueden sobrevivir sin que los precios de productos básicos como el trigo se disparen. La solución provisional de permitir importaciones baratas desde Ucrania y más allá es, en última instancia, contraproducente y deja a Europa vulnerable en un escenario de conflicto.

Un doble golpe

Como mencionamos anteriormente, el aumento de la hostilidad y la amenaza de una guerra global deberían poner en primer plano las cuestiones de la seguridad alimentaria. Sin embargo, otro efecto importante del conflicto mundial ha sido el aumento de los precios de la energía, una gota más en el proverbial vaso para los agricultores. El petróleo, la electricidad y el gas han aumentado considerablemente en las últimas semanas, con el Brent y el Light Sweet subiendo un 10 % y un 9 %, respectivamente, y la OPEP+ ampliando sus recortes voluntarios de producción un trimestre más. Los futuros del gas natural Henry Hub pueden tener una tendencia a la baja, pero todavía están significativamente por encima de los niveles previos a la pandemia, y un suministro seguro y confiable para Europa aún está lejos de estar asegurado. Ahora, los costes del diésel están notoriamente subsidiados para los trabajadores agrícolas europeos, pero es una gota en el océano cuando muchos países disfrutan de precios en las gasolineras de alrededor del 30 % del precio promedio europeo por litro.

Ahora que la Unión Europea está dispuesta a retirar gradualmente sus subsidios a los combustibles "sucios" como el diésel, algo tendrá que ceder. A falta de otros factores, el único resultado posible sería un aumento de los precios de los productos agrícolas producidos en la UE. Esto, por supuesto, no tiene en cuenta la posibilidad de que Bruselas siga permitiendo la venta libre de aranceles de importaciones de menor calidad procedentes de terceros países. Sin embargo, sería una tarea políticamente difícil, dado el impacto ambiental del proceso de producción en esos países y el perjuicio aparentemente inútil para los productores de la UE. En este contexto parece que hay una razón para que los precios del trigo y del petróleo aumenten en el corto plazo y se mantengan elevados.

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